La trufa negra silvestre nace en bosques de encinas, robles y avellanos a una altitud que oscila entre los 300 a los 1500 metros. Se desarrolla principalmente en suelos calcáreos a una profundidad de entre 10 y 40 cm. Para su desarrollo necesita ambientes de clima continental mediterráneo, es decir un clima de inviernos muy fríos, veranos calientes y muy poca lluvia de junio a septiembre.

Los montes y las plantaciones truferas se caracterizan por una fisonomía abiertaadehesada y con escaso sotobosque debido al efecto de quemado, calvero o pelado que produce el hongo alrededor del árbol, ya que donde se desarrolla impide que crezca vegetación. La trufa negra silvestre se encuentra principalmente en España, Francia e Italia.

¿Silvestre o Cultivada? Genéticamente son idénticas. Puede variar su aroma, debido a la carga bacteriana albergada en su corteza. Y su forma varía en función del tipo de suelo en el que se desarrolle, a más piedra más amorfa, y en suelos sueltos esponjosos salen más redondas.

En los años 70 del siglo XX empezaron a surgir las primeras plantaciones truferas en España en terrenos agrícolas con las condiciones adecuadas de altitud, pluviometría y características del suelo y, actualmente, la producción trufera española supone más del 50% de la mundial.

Debido al cambio climático, las características meteorológicas correspondientes al clima continental en Castilla la Mancha no son estables. Sobre todo pluviometría y época del año en que llueve. Si en verano no llueve nada no habrá cosecha de trufa en invierno. En el momento actual se debe de contar con disponibilidad de agua para poder regar, y si no disponemos de agua de riego en la plantación solo habrá trufa negra los años buenos. También podría ocurrir que la plantación de encina micorrizada con trufa negra (Tuber melanosporum) cambie a trufa de verano (Tuber aestivium), por no tener sus condiciones óptimas de supervivencia y ser más favorables para otro hongo.

Con agua para riego, y una vez comprobado que el suelo y la zona son los idóneos para su cultivo, hay que preparar el terreno para plantar los árboles inoculados con el hongo de la trufa, es decir micorrizados, que generalmente son encinas, robles o avellanos y se adquieren en viveros especializados.

Los árboles se deben regar, al menos durante los primeros años, podar y mantener el terreno limpio y despejado. Normalmente, a partir de los 6/8 años se empiezan a dar las primeras trufas, aunque la plantación no estará a plena producción hasta pasados 11/14 años.

El periodo de recolección de la trufa negra se extiende desde mediados de noviembre a mediados de marzo, por eso se la conoce también como trufa de invierno. Para recolectar las trufas tradicionalmente se han utilizado cerdos o perros truferos, que deben estar entrenados para “cazar el rastro”. El perro va olfateando el suelo y cuando identifica la presencia de una trufa empieza a escarbar ligeramente la tierra para señalar al dueño el lugar exacto donde se encuentra la pieza, en ese momento el dueño aparta al perro y utilizando el machete trufero retira poco a poco la tierra hasta desenterrarla por completo sin dañarla, sin olvidar rellenar el hueco.