En lugar de tenerla en el frigorífico uno días, su aroma puede utilizarse con gran provecho antes de usarla directamente en la cocina.

Para ello, se pueden trufar unos huevos, poniéndolos enteros dentro de un recipiente hermético durante 24-48 horas, de modo que el aroma de la trufa penetre la cáscara porosa.

Los huevos así trufados se pueden utilizar en múltiples elaboraciones resultando exquisitos, simplemente fritos.

Esta misma trufa puede servir para aromatizar aceite; se pone la trufa (10-20 g) en un recipiente con 1 l de aceite de buena calidad y con pocos grados para que se aprecie mejor el aroma de la trufa, y se mantiene así unos días (se puede ir probando, según se quiera más o menos fuerte). Este aceite se cocina en cocina de modo habitual, confiriendo un aroma especial a los platos. Resulta muy rico para aliñar ensaladas.

El mismo procedimiento se puede usar para trufar vinagre.

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